miércoles, 16 de marzo de 2011

Pensándolo bien,basta sentarse en algún sitio en silencio.
En un prado a la sombra de un gran árbol o en la valla de un aparcamiento bajo el sol.
Basta tener nueve años o menos,y aburrirse un poco.
Cerrar los ojos y esperar...cuando se vuelven a abrir es imposible no ver un conejo blanco que pasa corriendo,muy agitado y con la mirada fija en su reloj de bolsillo,que luego desaparece en una madriguera.
Entonces hay poco que hacer.


Es necesario seguirlo.

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